Prólogo para el catálogo de la exposición colectiva "Fe de Vida". Casa de Cultura de Calpe, Noviembre 2011

Hace años leí el siguiente pensamiento de Alberto Manguel: “No hay remedio. La lectura no consuela. En cambio, puede, misteriosamente, servir de espejo.” Pienso que la idea, aplicada no solo a la literatura, sino a cualquier forma de arte, sirve de eslogan para una exposición de artes plásticas cuyo tema es la violencia contra las mujeres. La representación artística se enfrenta a varios retos. Uno de ellos es lograr que una obra refleje lo particular en la vivencia de quien haya creado la obra, pero con un grado de abstracción capaz de englobar vivencias particulares de las personas que acogen la obra, de manera que ellas también se sientan reflejadas por la misma. He llegado al honor de prologar el catálogo de esta exposición desde un terreno (no el de las artes, sino de la psicoterapia y del activismo comprometidos con la erradicación de la violencia contra las mujeres y l@s niñ@s) caracterizado por un cometido parecido. Para ayudar a las víctimas y para evitar que haya más tenemos que dominar el arte de ver y hacer ver lo sistemático en lo individual. Ver y hacer ver en el 2 sufrimiento de cada víctima, a la que acompañamos como el individuo que es, un sistematismo más allá de actos de violencia ocasionales y de diferentes índoles. Ver y hacer ver en los actos individuales de cada abusador los sistemas de control que se corresponden con la violencia estructural ejercida por el patriarcado, la desigualdad y una cultura sexista y violenta. Solamente con un anclaje sólido en los conocimientos de esa estructura, su economía, estadísticas, leyes y patrones culturales puedo ofrecer el marco terapéutico en el que puede dibujarse el cambio individual que muchas veces ocurre más en el ámbito de lo simbólico que en lo cognitivo. El arte se mueve siempre en el ámbito de lo simbólico. Sin embargo, cuando su tema es algo tan concreto y de tantas connotaciones políticas como la violencia, se hace aún más patente que hay varias maneras de entender el arte. Una de ellas la definió Elmer Diktonius, un literato y músico finlandés de habla sueca, así de irónico: “Si el sentido del arte fuera anestesiar, hacernos olvidar la vida, un martillazo en la cabeza sería la mejor y la más sencilla de las artes”. Otra tendencia, bastante extendida en nuestros días, es la que sí asigna al arte una función de despertar y concienciar, pero para ello convierte su arte en martillo, obviando que cuando a un público se le expone directamente a la violencia que se quiere representar, sin ponerla en su contexto, ese público fácilmente se queda más violentado que concienciado. Las obras de esta exposición plasman en símbolos aprehensibles con los sentidos y la inteligencia tres aspectos de la violencia contra las mujeres: sus causas, sus efectos y los recursos para contrarrestarla. Falta el cuarto aspecto: cómo erradicarla. Pero esto no es un fallo de las comisarias o de las artistas. El ángulo de mira de ellas es el de las que sufren la violencia, las mujeres, todas las mujeres: las que son víctimas directas y las que quedan así advertidas de lo que les puede caer por el mero hecho de ser mujeres, y todavía más si no aceptan el lugar que les ha asignado el orden patriarcal. La violencia masculina la causan los hombres, prácticamente todos los hombres: los que la ejercen y los que la toleran activa o pasivamente. Por eso la erradicación de la violencia de género tiene que ser obra de hombres, de todos los hombres. Por lo tanto ese aspecto tendrá que ser representado por obras de arte creados por hombres que asuman su responsabilidad colectiva y se hagan disidentes del patriarcado. Mientras tanto podemos deleitarnos aquí con las representaciones artísticas del caldo de cultivo de la violencia contra las mujeres (los estereotipos sexistas, el mito del amor romántico y la familia como ámbito de lo privado), de las consecuencias de esa violencia (las heridas invisibilizadas, las bocas selladas y los silencios llenos de gritos de dolor, rabia e impotencia) y de lo que mitiga el sufrimiento (las pequeñas ayudas que surgen de la sororidad, la solidaridad entre las mujeres). Sí, he dicho “deleitarnos”. Porque esta exposición suministra belleza y por lo tanto placer, aunque su tema sea feo y doloroso; da fe de la vida ante ese constante atentado a la vida misma que es la violencia. Así queda demostrado que el arte a lo mejor no consuela, pero sí nos puede surtir de esperanza.

 

Budapest – Alicante, octubre de 2011 Péter Szil, psicoterapeuta www.szil.info

Prólogo a la exposición "Hilando fino", compartida con Erica Landfors. Casa de  Cultura de Calpe, Alicante. 2011

Parece que flote en el aire la idea de que la belleza forma parte del mundo artístico delpasado, la forma en los trabajos de gran parte del arte de nuestro tiempo, está conformado por estructuras, artefactos, piezas pictóricas,videos etc., de los que emana un cierto aire de fealdad.

Si bien es cierto que los conceptos sobre lo bello son difíciles de clarificar, con el concepto de belleza nos estamos refiriendo a la sensación por ejemplo que produce la vista de un bosque, de las formas geométricas puras, de los celajes y de tantas cosas que nos conmueven, queremos decir que nos estamos refiriendo a ese tipo de energía que es capaz de transformarnos, de hacernos vibrar todo nuestro interior, incluso, nos atreveríamos a decir que la energía que emana de esas sensaciones tiene la capacidad de mejorarnos

humanamente.

Los trabajos de Susana García y Erica Landfors, se mueven plenamente dentro de la órbita de querer contribuir con las armonías de sus trabajos en la mejora del ser humano,las dos, que tienen muchos puntos en común, y también discrepancias, nos hablan de valores que nuestra actual sociedad da de lado como la lentitud artesanal del trabajo por ejemplo y que está bien presente en el universo creativo de las dos. Nos imaginamos a Susana manipulando sus fotos, recortándolas cosiéndolas en un acto de ternura, igualmente Erica debe de ir al campo a recoger esas plantas espinosas, tiene que ubicar los cordeles formando mallas, intrincadas o geométricas, unas mallas que nos hablan de tensión, o de un refugio. Parecen estructuras como de células, en otras obras la madeja reticular se transforma en refugio frente, imaginamos el exterior como la obra que pudimos ver recientemente en la fundación Cirne.

Susana García nos comunica en sus obras un mundo fantástico de sueño, ha cosido retales de tiempo vivido, de sensaciones vividas, es un poco como la vida de cada ser humano, sensaciones, percepciones superpuestas,fragmentadas y unidas por el recuerdo.

Las redes celulares de Erica, sus mallas refugio, los collages cosidos humilde y silenciosamente de Susana serán captados por el público y el tiempo que las obras capten sus miradas será el momento mágico de la comunicación.

JosepGinestar

 Artista plástico

Susana García Ungo. La fuerza de lo frágil. Fundación Frax. Albir, Alicante. Enero 2016

La sabiduría popular de tradición asiática apunta que frente a unos vientos huracanados la frágil, discreta, insignificante planta resiste más la fuerza de los vientos que un fornido pero rígido árbol precisamente por la flexibilidad de la planta y la facilidad por adaptarse a un medio hostil.

Otro pensamiento oriental apunta que la “tierna” agua acaba corroyendo a la sólida piedra por su tenacidad permanente. La tenacidad en el proceso de elaboración, lo frágil en apariencia pero que no deja de ser un envoltorio de una inusitada fuerza definen las líneas maestras de la obra de Susana García Ungo. Por eso, algo de estos pensamientos orientales creo que se pueden trasladar a los trabajos que nos presenta nuestra autora.

En apariencia son trabajos delicados, sutiles, evanescentes, son unos trabajos estos asociados a la tradicional sensibilidad “femenina” como el coser, el bordar, la propia delicadeza en la cual han estado realizadas las obras nos retrae al “tradicional” y “estereotipado” concepto de lo femenino. Pero frente a ese mundo sensible y delicado hay toda una tensión subyacente, las espinas, los alfileres oxidados, nos indican que todo ese universo frágil y delicado no es más que la envoltura de una tensión poderosa, de una memoria persistente, de un deseo de lucha.

 

Es cierto que Susana en muchas de sus obras hay todo un mensaje reflexivo sobre la situación de la mujer, es una artista en la cual podemos ver preocupaciones alusivas al control del “macho”, a las estructuras patriarcales, sus obras muchas veces nos hablan de estereotipos que hay que cambiar pero pienso honestamente que la columna vertebral que sustenta su obra o mejor dicho la fuente de la cual brotan las ideas de su trabajo emanan del relato autobiográfico. Podemos conceptualizar su trabajo a la manera de un dietario en el cual quedan registrados con un lenguaje críptico, formal, las sismografías de sus emociones, el relato abstracto de lo que le está ocurriendo en su vida cotidiana…Los cosidos, muchas veces los utiliza la autora como metáfora de puntos de sutura de una situación dolorosa, los alfileres sangran óxido sobre una forma de vestido, dibujando regueros de dolor, de pasión desbordada. En otros casos sus gofrados nos remiten a ausencias, a presencias desaparecidas, como la huella de la cabeza en la almohada de esa cama que ha servido para el placer y el dolor, para el sueño o el insomnio y que ahora solo reproducirá la huella de nuestra propia cabeza. Ausencias, recuerdos hilvanados para que no se escapen definitivamente de nosotros, sensaciones vividas y plasmadas para siempre en la memoria de un papel a través de las fotografias, los acetatos, las escrituras o signos del papel agujereado, las siliconas que dibujan sutiles vestidos de encajes, marañas atrapa-memorias efímeras.

 

Las últimas obras que le he visto constituyen la serie de las cajitas, unas obras que descubren su interior como si fuesen objetos de un museo de curiosidades o sueños. Me imagino una exposición de nuestra autora conformada por una gran mesa con decenas de sus cajitas cerradas sintiendo el espectador la curiosidad mezclada con tensión al ir abriéndolas poco a poco al tiempo que su interior aparentemente suave, (pero no siempre), nos lanza sensaciones, recuerdos, emociones, sinsabores o penas. La suavidad, la dulzura no siempre son inofensivas, muchas veces son envoltorios de las armas para cambiar la realidad.

 

 Josep Ginestar

  Artista plástico.

 

 

 

"Frágil" Exposición compartida con Erica Landfors.

Febrero 2016. Sala Coll Alas, Gandía

En mi profesión, por mucho que se hable del “arte” de la psicoterapia, la vena artística, en cuanto expresión máxima de la individualidad, debe subordinarse al servicio de las personas. Por eso agradezco las oportunidades de colaborar con artistas “de verdad”, sea ofreciéndoles un marco terapéutico inspirador para la creación artística, sea prologando sus obras. Al igual que en mi trabajo mis comentarios deben ser útiles para que las personas puedan interpretar su propia realidad, al escribir sobre obras artísticas debo cuidar que mis comentarios no interfieran autoritariamente con las interpretaciones personales del público pero sí puedan ofrecer puntos de vista y contextualizaciones que amplían la mirada personal hacia lo que nos une cultural y socialmente. Por eso en lugar de valorar e interpretar la creación artística de Susana García y Erica Landfors me limitaré a señalar un aspecto de su labor que tiene mucho en común con el trabajo terapéutico: la capacidad de empoderamiento que hay en hacer visible la fragilidad.

 

Este aspecto va más allá de la relación entre fragilidad y fuerza, cualidades humanas que funcionan como el “complementario, que marcha siempre contigo, y suele ser tu contrario” a cuya búsqueda nos anima Antonio Machado. Esa relación ha sido destacada varias veces como parte del proceso artístico. El también artista plástico Josep Ginestar escribió recientemente sobre la obra de Susana García:  

 

«En apariencia son trabajos […] asociados a la tradicional sensibilidad “femenina” […] Pero […] todo ese universo frágil y delicado no es más que la envoltura de una tensión poderosa, de una memoria persistente, de un deseo de lucha.»

 

Nunca está de más recordarnos que ni la sensibilidad ni la fuerza son monopolios de un sexo u otro, y que las personas artísticamente dotadas pueden ser nuestros modelos en que esas dos cualidades pueden existir y manifestarse a la vez.

 

Ahora, de la misma manera que una persona fuerte no necesariamente está empoderada, tampoco una obra artística cargada de fuerza necesariamente es empoderadora. “Empoderamiento” es la “Adquisición de poder e independencia por parte de un grupo social desfavorecido para mejorar su situación”, o sea un proceso colectivo.

 

En mi trabajo muchas veces me encuentro con el reparo de ¿por qué es necesario conectar con nuestra fragilidad y las heridas que se nos han infligido abusando de esa fragilidad, máxime cuando en el “mercado” terapéutico se ofertan muchos atajos hacia la fuerza a través de pensamientos positivos y afirmaciones? Pero precisamente por mi trabajo sé que la fuerza que no está anclada en la vivencia de lo frágil que somos fácilmente se convierte en fuerza sobre el otro, la otra, en lugar de ser la sólida base de una fuerza personal capaz de conectar con las necesidades de otros seres frágiles, y, consecuentemente, servir su empoderamiento.

 

Susana García y Erica Landfors habían topado en sus respectivas historias personales y colectivas con la fragilidad de las mujeres y de las niñas, los grupos más desfavorecidos y desempoderados por el patriarcado, y han elegido plasmar esa fragilidad en representaciones simbólicas capaces de conectar con las vivencias de muchas personas. Encomiendo a las y los visitantes de esta exposición que se sumerjan en la belleza con la que estas vivencias están representadas. Que descubran la belleza de la fragilidad misma. Que tras haber mirado las obras expuestas se miren y miren a las demás personas dentro y fuera de la exposición. Que descubran en ellas los signos de la fragilidad y que practiquen observarlos con esa mirada tan llena de ternura que las dos artistas nos enseñan. Falta nos hace aprender a mirar así, si entre todas y todos queremos crear un mundo cómodo para lo que somos: seres frágiles.

 

Budapest, 3 de febrero de 2016

 

            Péter Szil, psicoterapeuta

 

www.szil.info